lunes, 10 de septiembre de 2007

Comentario: Love Actually

El amor está realmente...en todas partes: Simplemente no lo apreciamos. Y esto es lo que nos expone con un carisma y comicidad incomparable "Love Actually", uno de los films más enternecedores jamás realizados. A través de 10 diferentes historias independientes --narradas concurrentemente y entrelazadas por las peculiares circunstancias que relacionan a los personajes de cada una de ellas-- se nos presenta el amplio espectro sentimental que el amor puede abarcar: Desde un niño descubriendo por primera vez la flecha de Cupido hasta una pareja que sin siquiera hablar el mismo idioma, cual portentosas cataratas del Niágara que no permiten obstáculo alguno interrumpir su paso, supera briosamente las barreras ante ellos impuestas. ¡El amor siempre encuentra una forma de florecer!

Desde el inicio de la obra, magistralmente escrita y dirigida por el brillante Richard Curtis, guionista de "Four Weddings and a Funeral" y quien en esta película hacía su incursión en el área directorial (¡Y qué incursión sería!), este film británico, con un elenco por sí solo destellante, desde Hugh Grant en una hilarante --pero a la vez sincera-- interpretación de un Primer Ministro batallando contra sus sentimientos por una hermosa joven, hasta Alan Rickman y Emma Thompson como una pareja encarnando las difíciles vicisitudes que la vida matrimonional puede exigir, la actuación no tiene par: Cada personaje es representado por el elenco tal y como fueron conceptualizados en el guion (caso contrario, es un fenómeno sorprendentemente fortuito el que sus acciones calcen, cual zapatillas de Cenicienta, a la perfección tanto con el tono emocional del film como con los eventos que las historias que lo componen hilvanan con una dexteridad que ya desearían los diseñadores de alta costura).

Los personajes, escritos a la perfección e inigualablemente caracterizados aún bajo la limitante de una economía de escenas bastante frugal, dan vida propia al film: Si bien, debido al ambicioso proyecto de exponer 10 diferentes historias en una sola narrativa, cada uno recibe muy pocas escenas para demostranos quiénes son --y conseguir no solo que nos interesemos en ellos, sino inmersarnos completamente en sus historias--,"Love Actually" supera esta aparente dificultad y logra capturarnos desde el principio, anclándonos durante 2 mágicas horas a la butaca, hechizados por la ternura y realismo mágico que Curtis nos ofrenda.

Y es que si bien la obra se encuentra ambientada en la realidad del mundo cotidiano sin desplegar abiertamente elementos propios del género de la fantasía, sí es evidente una mágica mano invisible que permea de principio a fin el contenido y tonalidad del film. La genialidad de Curtis reside en la sutileza de no recurrir a convenciones del género de la fantasía para exponer sus dotes de mago, sino que emplea un elemento mucho más abstracto e inmediatamente reconocido por todos: El amor en toda su pureza, desatado de las restricciones que, en la vida usual, obstruyen su cristalización.

A partir de la primera escena, donde un cálido monólogo de Hugh Grant presenta la premisa fundamental que el film nos expondría con calor humano inspirante y reverberante comicidad (El amor, en todas sus manifestaciones, permea el ambiente, sin embargo, por una razón u otra, obviamos el percibirlo), iniciamos un trayecto a través de las diferentes formas de amar, oscilando entre historias que no sólo armonizan a la perfección entre sí, sino que son entretejidas con tal maestría que el espectador puede seguir cada una de ellas con total claridad e involucrarse por completo en cada historia particular.

Pero el film no es sólo un lecho de rosas: Si bien glorifica el amor, interpone en su concreción obstrucciones que dificultan su materialización. Y aún siendo el tono de este magnum opus cinematográfico optimista, al igual que en la vida real, no todas las relaciones se concretan como la audiencia, con sus corazones en resonancia con el ambiente romántico e idealista ofrecido por el film, desearía.

Uno de los aspectos que realzan la experiencia, es el acompañamiento musical, el cual se fusiona indisolublemente con el ambiente emocional de cada escena: No sólo es el hecho que tanto la música (instrumental y vocal) como las escenas son bellas por sí solas, sino el cómo se unifican sinérgicamente al punto que es casi imposible recordar una escena sin la música que la acompañaba; la una es evocativa de la otra y viceversa.

Lo impresionante es que en adición a la armónica aglomeración de historias y la grata --y omnipresente-- personificación del amor (el cual es el personaje principal del film), Curtis nos agracia con un despliegue humorístico que aumenta en intensidad con el progreso del film, a medida que nos vamos familiarizando --y enamorando-- de los personajes. Mas la comedia no es unidimensional, la hay para todos los gustos. Desde frases que son por sí solas perlas humorísticas hasta líneas que dependen del carisma del actor a la hora de articularlas; desde referencias jocosas a personajes de la cultura popular --en momentos donde la solemnidad del caso parecería no hacerlas apropiadas-- hasta la "ridiculización" de personajes vía humor físico que trasciende la simple sobregesticulación (prestar atención a la nueva versión de la canción "Jump (for my love)", original de las Pointer Sisters, y a la muy sui generis forma en que Hugh Grant es seducido por su ritmo); desde la constante irreverencia de una estrella de rock en el ocaso de su carrera (después de ver este film, nunca olvidarán el nombre Billy Mack) hasta la incesante búsqueda de un adolescente por encontrar una muchacha que cumpla sus hormonales fantasías, el film irradia humor a raudales, demostrando inequívocamente la fineza de la comedia británica.

¡Y quién más emblemático de este humor que un rockero en decadencia intentando a toda costa recuperar su antiguo estatus al tope de la constelación musical: El incomparable Billy Mack! La dosis de irreverencia e indiferencia que Bill Nighy magistralmente imprimió en este personaje cumplía una función bipartita: Por una parte, la indiferencia con la que casualmente expresaba geniales líneas comédicas agregaba aún más potencia a su función como constante catalizador del remedio más infalible de todos: la risa ("Niños no compren drogas...Conviértanse en una estrella pop y se las darán gratis"; por otra, su irreverencia era no más que un escudo para esconder el lado sentimental que, de forma consciente o inconsciente, pretendía ocultar a tal punto que ni siquiera él mismo estaba en contacto con sus verdaderos sentimientos y el quién era realmente.

Sería imposible comentar "Love Actually" sin aludir brevemente a la perfección, por sí sola, de muchas de las escenas que la componen: Declaraciones romeo y juleícas, revelaciones amorosas al ritmo de villancicos navideños que desafían los límites de cuán románticamente pueden ser expresados los sentimientos de afecto hacia un ser amado, un Primer Ministro británico destacando --durante una conferencia de prensa-- la destreza que con ambos pies ostenta David Beckham (¿pateará con la zurda? Hmm...), un show escolar navideño inmerso en una música contagiosamente efusiva y motivante ("All I want for Christmas is you", cantada por la talentosa actriz infantil Olivia Olson) e impregnado de una mágica aura de jovialidad y hasta una sorpresiva aparición de...bueno, si de verdad quieren saber, vean el fim.

Y hablando de apariciones sorpresivas, poner atención a los cameos (breves escenas de personajes famosos --actores, cantantes, por ejemplo-- intercaladas casualmente en un film más con el objetivo de llamar la atención del espectador que de contribuir al desarrollo de la historia). En "Love Actually", los cameos son bastante cómicos y uno de ellos es simplemente incomparable (¡cuanto desearía tropezarme en un aeropuerto con la mujer con la que el personaje de Liam Neeson "accidentalmente" colisiona!)

Pero, como imagino anticiparán, hay aún más. El incrustar sutilezas dentro de la narrativa es otro de los factores que contribuyen a enaltecer el fim. Por ejemplo, un niño enamorado hablando de sus sentimientos con la madurez y veteranía de un adulto, un pizarrón a la entrada del cuarto del niño que cambia su mensaje cada vez que la cámara lo enfoca y que, en efecto, constituye una ingeniosa técnica de revelarnos el estado anímico del protagonista ante las circunstancias que lo envolvían en ese momento. En un plano más ligero, está Harry Potter: Por una parte, Emma Thompson y Alan Rickman, ambos miembros del elenco de "Harry Potter and the Prisoner of Azkaban", estelarizan también este film; por otra, Hugh Grant, durante un elocuente discurso cuyo trasfondo brevemente comentaremos más adelante, menciona a Harry Potter como simbólico de la grandeza de la cultura británica (si bien lo hace con un tono jocoso).

Sería imposible comentar "Love Actually" sin referirse a la belleza y majestuosidad de Londres, la cual nos es exquisitamente expuesta durante la época navideña, agregando un sustrato adicional de sentimientos alicientadores a la tonalidad afable y contagiosamente optimista destilada por esta joya del séptimo arte.

Interesante subrayar el subtexto politico presentado en una escena particular. Puede que haya sido intencional o no, pero como el cine es no sólo un medio que emplea el arte como herramienta de entretenimiento, sino que también incita a la reflexión, es importante hacer referencia al cómo se alinea el aparente comentario político que el film casualmente intercala con lo que mucho perciben es el imperialismo americano durante la actual coyuntura geopolítica. Lo digno de rescatar es que esta hipotética crítica calza tan bien dentro de la historia --surgiendo naturalmente de un evento particular en la relación de 2 de los personajes-- que es imposible ciertamente saber hasta qué punto es un elemento de la trama o una crítica abierta a una doctrina política.

No podría concluir sin hacer referencia al cómo las escenas inicial y final --las cuales no guardan relación con la trama-- potencian la tesis que el film per se (toda la película exceptuando estas 2 escenas) expone a lo largo de la travesía emocional que nos obsequia. Mientras la escena inicial nos muestra una secuencia de demostraciones de afecto en el aeropuerto londinense Heathrow, la escena final replica la dinámica vía una ejecución impresionante: Progresivamente va subdividiendo la imagen en más y más escenas de cariño siendo desplegado por distintas personas al encontrarse con sus seres queridos en el aeropuerto, al punto que llega un momento que casi es imposible discernir siquiera las caras. ¡Son tantas las muestras de afecto que populan la imagen que poco a poco se van haciendo indistinguibles, disolviéndose hasta adquirir la forma de un corazón! Simbólicamente, Curtis ha logrado manifestarnos que, tal como lo advirtió en el monólogo inicial del film, el amor está en todas partes. Como diría Harry Potter: ¡Amor Omnipresentum!

Y como todo lo bueno debe llegar a su fin, he de poner cota aquí mismo a este breve y humilde intento de plasmar en palabras lo que, cual maestro en la plenitud de su apogeo artístico, Richard Curtis ha expresado visualmente con inigualable habilidad en la pantalla grande. Definitivamente, "Love Actually" no es un film cualquiera: Estamos en presencia de una obra que resonará eternamente en el corazón de toda persona que haya ostentado la dicha de deleitarse con ella. Parafraseando a Rubén Darío: "Love Actually", zurcando desde la pantalla, deja en los labios la miel...y pica en el corazón.

Y es que son pocas las películas que logran exitosamente superar el verdadero test de todo gran film: Mantener su capacidad de cautivar al espectador aún después de haber sido observado en ocasiones varias. "Love Actually" cumple con creces este objetivo. No gusto de calificar dentro de una escala a una película; considero imposible sumarizar en un número la valía de un film. Prefiero emitir un juicio subjetivo acerca de sus peculiaridades, méritos y debilidades para que éste sirva de guía a cada lector a la hora de emitir su propio juicio de valor. Pero, si debiera otorgarle una calificación a este film, no le asignaría 5 estrellas. ¿Cómo limitar a tan ínfimo número la cuantificación de su valor cuando cualquier número inferior a la totalidad de luceros estelares que adornan nuestro Universo sería devaluar su calidad? Un film perfecto como Love Actually no podría ser sujeto de tal ingratitud, ¿no creen?

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