jueves, 11 de febrero de 2010

Star Wars: El Dilema de Anakin

Anakin sirve de instrumento para resaltar la importancia de controlar nuestras emociones en lugar que éstas nos dominen. Caso contrario, si sucumbimos ante ellas y negamos la razón, corremos el riesgo de convertirnos en nuestros propios peores enemigos.

Es importante sentir (eso nos hace humanos, después de todo), mas aún las más puras emociones (el amor hacia Padmé y el consecuente temor a perderla) pueden --de no ser adecuadamente controladas-- distorsionarnos y convertirnos en aquello que más detestamos (y tememos) ser. Anakin alegoriza nuestra lucha interna para ser mejores individuos y representa qué tan bajo podemos caer de no lograr un sano balance emocional.

En SW ocurre la más cruel de todas las ironías, el aferramiento de Anakin a sus más bellos sentimientos le conducen a la derrota total, tanto física como emocional. Para mí, el personaje es una moraleja de cuán bajo podemos caer en caso de someternos totalmente a nuestras emociones. Si bien éstas pueden enaltecernos, él no administrarlas correctamente puede ser nuestro fin.

(En cuanto al Lado Oscuto, éste representa nuestras más negativas emociones, aquéllas que todos tenemos y debemos intentar nulificar para que florezcan irrestrictos nuestros sentimientos más puros).

Sí, es cierto lo del Ep VI. Pero siento que el conflicto (y la disyuntiva derivada) se exploró muy limitadamente para poder, como espectador, captar la magnitud real de la dicotomía que afrontaba el personaje. Uno debe inferir para hacerlo. Es hasta I-III que el verdadero dilema cobra vida y la irónica y determinística tragedia (convertirte en quién más detestás por proteger lo que más amás) alcanza sentido. Sin los prequels, ep VI es sólo un mae que tomó una decisión incorrecta (no sabemos por qué), cuya bondad remanente yace recóndita en su metafórico corazón (e ignoramos de dónte proviene) y la lealtad de su hijo le motiva a hacer un súbito 180. No digo que su redención no estuviera bien hecha en el ep VI: la escena cuando se nos muestra a un Vader dubitativo ante el constraste de la maldad del emperador y la impotencia de Luke es excelente, pero le falta mucho contexto para comprender lo que pensó realmente en ese momento para catalizar su reconversión en Anakin. La nueva trilogía aportan magníficamente ese contexto (si bien lo hacen dentro de una maraña de innecesarios FX, una floja historia de cómo se cruzan los destinos de los personajes y una aún más débil trama política que básicamente hace un ridículo de la génesis del imperio. Claro, esto se perdona porque el énfasis de los prequels era la odisea emocional de Anakin, así como en la trilogía original lo era el recorrido de Luke y no el desenmascaro emocial de su antagonista).

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