jueves, 11 de febrero de 2010

Munich

Munich, dirigida por Steven Spielberg. 1948 menorahs (de 1972 posibles)

Los Juegos Olímpicos: Cinco aros entrelazados, simbolizando la fraternidad entre los continentes.

Círculo Vicioso: Conflicto entre los humanos que pueblan los continentes terrestres, donde cada dúo acción-reacción se concatena indefinidamente, reiterando errores pasados...exacerbando el conflicto.

Munich: Film que recrea la absurdez del conflicto --de ese incesante círculo vicioso que, al igual que la Tierra misma, gira irracionalmente-- en el antitético marco referencial del evento que, por excelencia, enarbola la búsqueda de la armonía entre los pueblos y la consecuente aniquilación de la lucha sin sentido: Los Juegos Olímpicos.

En las Olimpiadas de 1972, la ciudad alemana de Munich es testigo de un atentado donde terroristas palestinos asesinan a atletas israelíes. Mossad, la polícía secreta de Israel, a riesgo de parecer débil ante sus enemigos, organiza un escuadrón de combate para exterminar a los perpetradores del crimen. Basado en el libro "Venganza" e inspirado en eventos reales, Steven Spielberg nos expone ambos extremos del conflicto palestino-israelí y, a través de la exaltable actuación de Eric Bana en el rol principal, nos propone que la violencia sólo engendra violencia; no es el antídoto para la resolución de desaveniencias.

De forma lenta pero segura, apoyándose en excelentes actuaciones y en musicalización que, sin ser por sí sola virtuosa, calza cual zapatillas de Cenicienta con el tono dramático-emocional del film, Spielberg narra magistralmente una historia simple (grupo de agentes secretos perseguiendo terroristas) que a medida que es hilvanada nubla la diferencia entre "buenos" y "malos" --tanto en la mente del espectador como del protagonista-- e incita cuestionamientos acerca de las raíces de la violencia y la verdadera caracterización de víctimas y agresores.

Enfocando la historia desde el punto de vista del agente israelí, Spielberg no peca de parcialismo y logra diestramente exponer ambas vertientes del conflicto, educando a la audiencia acerca de los "méritos" clamados tanto por los palestinos árabes como por los judíos que disput.an el derecho a llamar como casa el territorio que compone el Estado de Israel (conflicto particular que no es más que un microcosmos de la historia humana). En lugar de una típica película de acción prolífica en efectos visuales, se nos ofrece una oportunidad de reflexionar por sí mismos acerca del drama ideológico --¡y humano!-- detrás de la acción.

Digno de realzar en cuanto a realización, es como el espectador nunca sabe más que el protagonista: las revelaciones que se van dando son conocidas simultáneamente a ambos lados de la pantalla, catalizando una empatía emocional que permite a las intrigas, el miedo, la incertidumbre (prácticamente todo el espectro psicológico) ser encarnadas vivencialmente por la audiencia, como si esta fuese parte del drama representado en la pantalla grande.

De esta forma se potencia la agonía emocional del héroe (¿o antihéroe?); sentimos junto con él su dilema y comprendemos la potencial metamorfosis que se debate en su mente. Usando el séptimo arte como vehículo comunicativo, el director nos recuerda a Nietzsche: "Quien combate monstruos bien haría en cuidar no convertirse en uno, pues si observas prolongadamente hacia el Abismo, el Abismo también te observa", mas no emite juicios directos acerca de la naturaleza humana, legando esa oportunidad al espectador.

Cuando un buen guion cae en manos de un buen director y éste se aboca a honestamente interpretarlo y darle vida cinematográfica, obtenemos resultados como Munich: Un círculo virtuoso de realización, donde cada escena sirve de apoyo al desarrollo de la siguiente y disfrutamos tanto el viaje como la destinación final.

No hay comentarios: