viernes, 26 de julio de 2024

SW:Ep III

Si bien permanecen vigentes inquietudes menores como si Costa Rica aprobará o no el TLC, la interrogante fundamental en la mente colectiva ha sido finalmente resuelta: George Lucas ha concluido satisfactoriamente la conversión de Anakin Skywalker hacia el Lado Oscuro y conectado satisfactoriamente la trilogía de precuelas con la inmortal trilogía original de Star Wars. Salve, Monsieur Lucas! Os habéis redimido con creces tras la metafórica inmersión en el Lado Oscuro acaecida a raíz de los deficientes primeros 2 episodios de la Saga.

(Curioso como la carrera fílmica de Lucas transita en paralelo con la odisea emocional del protagonista de su historia: Ambos, Lucas y Anakin Skywalker, inician con gran promesa, el primero con su magnígica e innovadora trilogía original de Star Wars, el segundo como un gran caballero Jedi con potencial sin precedentes. En una segunda etapa, ambos descienden hacia el Lado Oscuro; Lucas lo hace alegóricamente produciendo los olvidables episodios iniciales de la Saga, mientras Anakin era capturado por las garras del Mr. Hyde que todos llevamos dentro y literalmente era seducido por el Lado Oscuro. Para satisfacción de los ávidos fans y amantes del cine, así como Anakin se redimiría en sus momentos finales --reabrazando su pureza original, como nos mostrara “El Regreso del Jedi”--, su “padre”, George Lucas, haría lo mismo al ofrendarnos la desde ya inmortal entrega final de la saga de 6 capítulos, titulada “La Venganza de los Sith”).

Debemos recordar que entre 1977 y 1983 George Lucas revolucionaría la industria fílmica narrando la génesis de un joven predestinado a grandes cosas, su lucha y victoria tanto contra sus propias emociones como contra el nefasto régimen totalitario que mantenía subyugada la galaxia y, finalmente, su papel en la redención de su padre, Anakin Skywalker, otrora gran caballero Jedi que había sido seducido por el Lado Oscuro de la mística y esotérica Fuerza. Mas si bien esta magnífica trilogía fílmica (episodios IV a VI dentro de la cronología de la historia) destilaría calidad a raudales, contenía un serio defecto: Nunca se nos caracterizó más que superficialmente a Darth Vader, la némesis a lo largo de los films, del protagonista, Luke Skywalker.

Una historia narrada desde el punto de vista de los “buenos” sin presentar una conceptualización clara de qué motiva a su oponente (por qué este le adversa, quién es el verdadero ser humano detrás de la intimidante figura mostrada en pantalla) es unidimensional. Un film de calidad debe caracterizar y exponer las virtudes y defectos tanto del protagonista como de su antagonista, en lugar de esperar que la audiencia dogmáticamente asuma que este último es “malo” simplemente porque así lo dice el guion.

Así pues, George Lucas, gestor y padre del universo imaginario de Star Wars, decidiría enmendar este yerro y relatar la vida y sucesos de Anakin Skywalker, su ascenso a los más altos rangos y su precipitación hacia convertirse en el temido Darth Vader que ya todos conociéramos. De esta manera, nacen la llamadas “precuelas”, trilogía de películas abarcando los primeros 3 episodios de la Saga Star Wars --que narrarían eventos que dentro de la cronología de la historía preceden a la trilogía original de finales de los 70’s e inicios de los 80’s—y cuya temática versaría acerca del ascenso y caída del futuro Darth Vader (Anakin Skywalker) y, paralelamente, trataría como tema secundario la génesis del Imperio Galáctico.

Aún así, las primeras 2 precuelas fueron deficitarias al alejarse del espíritu original de los films, sustituyendo humor fino y oportuno (tensión emocional entre Han Solo y Leia, así como la habitual presunción del primero) por “humor” claramente forzado, introduciendo personajes innecesario que no adicionaban valor a la historia sino que le sustraían seriedad (¿alguien dijo Jar-jar Binks?), uso excesivo de efectos especiales, no para crear escenas que propulsasen la historia sino simplemente por…bueno, razones que solamente alguien llamado George Lucas pudiese comprender, escenas excesivamente largas y hasta innecesarias que no sólo no contribuían a mejor narrar la historia relatada sino que restaban fluidez a la misma, (…).

Afortunadamente, en Star Wars Episodio III: La Venganza de los Sith, Lucas retomaría la exitosa fórmula original que, fílmica y económicamente, tan bien le había redituado: Contar imaginativa y emotivamente una buena historia, prescindiendo de elementos –sean efectos visuales, personajes, diálogos, etc.-- que actuasen en detrimento de este objetivo. ¡Así de sencillo!

Así es como llegamos a “La Venganza de los Sith”, episodio que principiaría al final de las Guerras Clónicas (la Guerra se inició en el Episodio II y el grueso del conflicto fue presentado en televisión vía una serie animada llamada “Guerras Clónicas”, las cuales, dicho sea de paso, no es necesario ver de antemano para comprender este film). Aquí se nos revelaría finalmente el plan de la macabra figura que había orquestado este conflicto bélico; se profundizaría en la lucha interna de los problemas emocionales que aturdían a Anakin Skywalker; se trataría en mayor detalle la importancia de su relación afectuosa con el amor de su vida (¡su Verdadero Amor!), la divinal senadora Padmé (Natalie Portman); sería relatado su reclutamiento por parte del líder del Lado Oscuro de la Fuerza, su paulatino distanciamiento y posterior dimisión de la Orden Jedi que, finalmente, conduciría al conflicto final con Obi-Wan Kenobi –su maestro y figura cuasipaterna-- y al clímax de su lamentable metamorfosis en Darth Vader.

Paralelamente se desarrollaría la conversión de la República en un Imperio Galáctico, mas éste sería un tema secundario: La trama principal versaría acerca de la odisea emocional de un individuo, Anakin Skywalker, y no acerca de la causa por la cual él y sus compañeros Jedi luchaban (restablecer la paz y el orden en la otrora democrática República Galáctica, ahora reducida a un simple espectro de su antigua gloria).

Cabe rescatar que los primeros 20 minutos del film reproducen algunos yerros de los 2 episodios precedentes, pudiendo preocupar a algunos espectadores acerca del derrotero que tomaría la película, sea el pedregoso sendero de las precuelas o la virtuosa trayectoria de la Trilogía Original. Afortunadamente, sería esta última y la historia se encauzaría cual Ave Fénix renaciendo gloriosamente de sus cenizas. Olvidando los poco relevantes diálogos iniciales entre Obi-Wan Kenobi y Anakin, la poco emotiva escena espacial con la que principiaría el film, la “comedia” forzada dedicada a exaltar el personaje de R2-D2 (quien es uno de los personajes más carismáticos de la Saga, pero sus “jocosas” iniciales escenas fueron disonantes con el tono emocional del film).

Dejando de lado esta olvidable apertura, el resto del film sería magistral y casi a la par con la trilogía original, de no ser por 2 defectos de consistencia en el guion a la hora de describir la cadena de causalidad detrás de los eventos descritos. Uno de estos yerros afecta directamente la temática central del film, es decir, la seducción de Anakin hacia el Lado Oscuro. Si bien ésta había sido bien hilvanada a lo largo de los primeros 2 episodios y excelentemente desarrollada durante esta entrega, hubo un punto de inflexión donde se evidenció un cataclísmico abandono de los valores morales de Anakin Skywalker (antitético y completamente discordante con la caracterización del personaje expuesta hasta ese momento), en lugar de una transición gradual que hubiera sido más consonante con la travesía emocional del personaje.

Sin revelar el contenido del film, la caída de Anakin se puede sumarizar como excelentemente lograda desde el punto de vista de su decisión de abandonar la orden Jedi e iniciar su entrenamiento en el Lado Oscuro (la justificación para esta transición es incuestionable y perfectamente ejecutada y el climático evento que catalizaría su conversión magistralmente puesto en escena), pero gravemente disonante en lo referente al súbito y pobremente explicado desdeñamiento de los criterios éticos y morales que hasta ese momento habían regido su existencia.

El otro punto bajo en cuanto a consistencia del guion afecta a la trama secundaria de la caída de la República y su reemplazo por el Imperio Galáctico (término eufemístico dado en el film para totalitario y opresivo régimen dictatorial). Si bien la trama político-militar se trata superficialmente (lo cual está bien por no ser el eje temático de la historia, sino más bien un elemento para propulsar su desarrollo) y en su mayoría las maniobras políticas y sus justificaciones son lógicas y razonables, la transición de régimen democrático a imperial es súbita y tan paupérrimamente “explicada que llega a ser irrisoria. El espectador notará de inmediato la escena aludida por la acotación anterior (basta decir que si el mundo real reflejara los manejos políticos de Star Wars, ya George W. Bush ostentaría el título de Supremo Dictador del Planeta Tierra. De hecho, la ideología y parlamentos del Supremo Canciller Palpatine evocan en sendas ocasiones la mentalidad del presidente estadounidense).

A menor grado, existe una deficiencia enlazando la creación del ejército de clones –brazo militar del incipiente Imperio-- narrada en la entrega anterior con lo expuesto en “La Venganza de los Sith”: ¡Nunca se expone quién, precisamente, estuvo a cargo de comisionar la creación de este ejército! Pero bueno, si bien a raíz de lo anteriormente comentado podría parecer que el film es deficitario, esto dista mucho de ser cierto. Las partes altas de film (la gran mayoría) fueron tan hábilmente conceptualizadas y ejecutadas que fácilmente se olvidan los yerros puntualizados y el espectador se inmersa en la magia fílmica irradiada por la pantalla.

La actuación fue muy bien lograda por todo el elenco, sobresaliendo en particular la de Hayden Christiansen (Anakin) e Ian McDiarmid (Supremo Canciller Palpatine). Si bien en unas pocas escenas los actores no lucían muy convincentes, en las escenas claves –aquellas donde la credibilidad de las emociones de los personajes era fundamental para aportar vitalidad a la historia—el elenco actoral se mostró a la altura.

Con respecto al score (música de fondo), éste fue muy bueno, si bien no llegó a destellar rutilantemente como las entregas anteriores. Faltó un tema innovador que resonará --¡que reverberará más allá del film!—como lo hiciera la ya inmortal música con la que principiara la entrega original de Star Wars o la magníficamente imponente “Marcha Imperial” que se nos ofreciera en “El Imperio Contraataca”, o hasta la emotiva, solemne y envolvente “Duel of the Fates”, que ambientara la épica lucha de lightsabers que sería el punto alto del Episodio I (Ataque de los Clones). Si bien la musicalización del film en su mayoría evocaba plenamente el ritmo emocional de las escenas que acompañaba (solemnidad, tragedia, amor, temor...), faltó ese je ne sais quoi que la hiciera trascender. Que no se malentienda, la ambientación musical fue muy destacada, mas no logró ascender al Olimpo que sus predecesoras le habían legado como parámetro.

Ya dentro de la historia, la caracterización de los personajes fue muy bien lograda, reflejando sus acciones la naturaleza de los personajes que previamente había sido expuesta (exceptuando la ya aludida transición forzada del protagonista). Digno de resaltar favorablemente fue la presentación de la crisis emocional de Anakin y cómo su batalla no era tanto contra enemigos exógenos sino contra él mismo. De igual forma, el tan esperado Duelo entre Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi fue simple y llanamente perfecto, tanto en la forma como fue coreografiado, tácticamente desarrollado (poner atención a escena final del combate),así como en el como apoyaba la historia e impulsaba su avance hacia las tres escenas finales del film. Éstas fueron una inmejorable conclusión que satisfactoriamente ligarían los eventos narrados por “La Venganza de los Sith” con la ya clásica Trilogía Original. Definitivamente, una historia muy bien concebida, con inconsistencias menores que no obstaculizarían su función como puente conector de ambas trilogías.

La dirección del film, es decir, la forma cómo es relatada audiovisualmente la historia, fue muy bien llevada al cabo, fluyendo emotivamente la historia sin desviarse del hilo temático que la conducía (conflicto emocional del protagonista). Entre los puntos sólidos cabe destacar como se prescinde de la violencia gratuita en una de las escenas más emocionalmente descarnadas del film, cuando en lugar de visualmente mostrar la decadencia moral del protagonista se deja implícitamente entrever ésta (poner atención a evento posterior a la conversión formal de Anakin en Darth Vader).

Mas el elemento más brillante en cuanto a dirección se refiere fue cómo se utiliza el recurso de alternar escenas correspondientes a eventos simultáneos –pero físicamente distantes-- para realzar y potenciar, por una parte, como el destino de la galaxia se resolvería en cuestión de momentos (lucha Anakin / Obi-Wan alternada con otro combate igualmente importante) y, por otra, la ironía de la muerte engendrando vida, la fallida esperanza del pasado palideciendo concurrentemente con el surgimiento de la esperanza del futuro. Queda a cada espectador apreciar esto, pero es importante comentar la acertada forma como este formato narrativo coadyuva para evocar el concepto subyacente que permea toda la Saga: La dualidad, fenómeno que en Star Wars es representado como la genérica lucha entre el “bien” y el “mal” bajo 2 matices específicos, a saber, la dicotomía entre el Lado Oscuro de la enigmática Fuerza y su Lado Bueno, así como el conflicto interno entre las emociones positivas y aquellas negativas.

Reducido a su esencia, eso es Star Wars, una metáfora que utilizando personajes arquetípicos de la mitología clásica hilvana una historia de fantasía contextualizada en un moderno futuro, pero enarbolando en su fondo el concepto primordial que ha caracterizado la evolución de la Humanidad: El imperecedero conflicto –sea a nivel personal o universal-- emanado a raíz de la dualidad emergente entre los polares –y subjetivos-- conceptos del bien y el mal.

Yendo más largo, Star Wars es un conflicto dialéctico donde la tesis (Lado Bueno de la Fuerza) y su antítesis (Lado Oscuro) colisionan generando un dúo de síntesis antitéticas: Felicidad y victoria del bien y el mal en la Trilogía Original (emblematizados por la victoria emocional de Luke) y tragedia y derrota de las fuerzas del bien (representados por la debilidad de carácter que carcomería el espíritu de Anakin) en las precuelas. Curiosamente, independientemente de lo anterior, ambas concluirían dejando plantada la semilla de la esperanza (los gemelos, Luke y Leia, recién nacidos en las precuelas, y redención de Anakin en la Trilogía Original), y con ello exponiendo que aún cuando la batalla (y hasta la guerra) parecería estar perdida, siempre hay esperanza…y jamás debemos perder la fe en que ésta se materialice.

Y es aquí donde Star Wars trasciende el mero entretenimiento y artística narración de una historia utilizando el formato fílmico para legar una valiosa moraleja de vida. A través de la travesía emocional de un personaje ficticio, la saga de Star Wars en general, y “La Venganza de los Sith” en particular, nos presentan la importancia de controlar nuestras emociones y no dejar que éstas nos dominen. Es importante sentir (eso nos hace humanos, después de todo), mas aún las más puras emociones (el amor) pueden, de no ser adecuadamente controladas, distorsionarnos y convertirnos en aquello que más detestamos (y tememos) ser. Anakin alegoriza nuestra lucha interna para ser mejores individuos y representa qué tan bajo podemos caer de no lograr un sano balance emocional.

Concluyendo, Star Wars Episodio III: La Venganza de los Sith, es, indiscutiblemente, una tragedia. Mas allá de la acción, es un character study ambientado en una épica aventura donde una confabulación de circunstancias se cruzan en el camino del hipotético héroe y, en la madre de todas las ironías, su aferramiento a sus sentimientos más puros le conducen a la derrota total, tanto física como emocional. Contrario a los 2 entregas anteriores, éste es un film emocionalmente oscuro y en breves segmentos llega a ser hasta visualmente descarnado. Como cualquier film, cuenta con sus puntos bajos, más estos son fácilmente olvidados por sus virtudes. Tanto desde el punto de vista temático como bajo la óptica de su objetivo como puente que enlazaría ambas trilogías, el film se lleva 10 lightsabers. Para los fans que tenían un “bad feeling about this”, preocupense no, en comunión con la Fuerza el Episodio III estuvo.

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